Autor: Will Gadd. Traducción: Claudia Riquelme)
Record Mundial en Parapente. Por Will Gadd . 423,17 Km
Cada primavera durante los últimos 5 años me he ido en busca de vuelos de larga-distancia. Vuelo por aventura, y el vuelo de cross-country siempre me da bastante de eso. En 1998 volé 289,7 km. desde Hobbs (Nuevo México) hasta cerca de Bryce (Texas), para un récord del mundo, pero entonces Geoffrey Wennes voló más lejos, en Australia. He deseado recuperar ese récord desde entonces. Las siguientes tres primaveras en Hobbs tuvieron buenos vuelos (volé más de 100 millas tan a menudo que comencé a sentirme como un camionero), pero las verdaderas condiciones para un récord del mundo simplemente no se dieron. Fue frustrante aunque también fue educativo; el vuelo de cross country sobre el llano es extremadamente técnico comparado con mis sitios de vuelo normales de montaña, y los cientos de horas de vuelo en llano que tengo encima me han enseñado a disfrutar la sutileza del vuelo con las nubes de la mañana y las ansías por todo el poder del combate a mediodía con los “dust-devils”.
La primavera pasada cambié de táctica y utilicé una Ozone Octane con motor para cruzar volando los Estados Unidos, quizás lo último en vuelo “cross-country”, pero el deseo de un vuelo de récord mundial en distancia volvió más fuerte que nunca esta primavera. Frustrado con Hobbs, me integré al Campamento Récord Mundial de Flytec en Zapata para perseguir récords y filmar un documental de televisión sobre todo el proceso con un amigo, Darryl Czuchra.
Zapata es un pueblo pequeño en la frontera de Texas con México. La mayoría de la gente no iría allí de vacaciones: hace calor, es llano y cualquier pizca de vegetación tiene espinas, mientras que la mayoría de los animales comunes tienen colmillos y veneno. Pero para volar es muy, muy bueno, y la gente local es muy hospitalaria con los pilotos obsesionados por la distancia que invaden su pueblo.
Hace algunos años, el meteorólogo y piloto de planeadores ultraligeros Gary Osoba buscó por todos los Estados Unidos un lugar de vuelo que tuviera vientos fuertes y constantes, un buen potencial térmico y largos días de vuelo –todas, variables importantes para vuelos de récord mundial. Escogió Zapata, Texas, y organizó el Campamento Récord Mundial Flytec con Davis Straub y David Glover. Ese año, el récord mundial de ala delta fue batido varias veces, concluyendo con el vuelo de 700 km de Manfred Ruhmer. Josh Cohn impuso un nuevo récord de distancia a gol de 322 km. en parapente, Kari Castle se quedó con el récord mundial femenino de distancia en ala delta, David Glover rompió un nuevo récord de distancia a gol en ala delta y Davis Straub marcó el nuevo récord mundial para alas rígidas. Tras esa sobresaliente temporada, quedó claro que Zapata tenía un enorme potencial para los vuelos de récord mundial.
Nosotros llegamos el 14 de junio y, al día siguiente, David Prentice y yo volamos más de 241 km. en 7 horas. El 19 de junio, Louise Crandal y yo volamos 209 km. en 6 horas. El 20 de junio, David voló su Ozone Proton GT 386,2 km. para un nuevo récord del mundo. Despegó a las 11:00 de la mañana y aterrizó a las 8:00 pm. Ese mismo día, Mike Barber voló su ala delta lo más lejos que nadie ha volado hasta ahora, perdiendo el récord del mundo oficial por poco menos de una milla (hay que superar el récord anterior por un 1 por ciento). Ese día fue épico, las nubes se formaron temprano, el viento soplaba fuerte del sur y mucha gente hizo vuelos largos. Desafortunadamente, yo tuve algunos problemas, especialmente debido a mi propia falta de organización y no pude salir del campo de despegue en torno. De hecho, sufrí fatiga por calor mientras esperaba en la cola para el torno; la temperatura era sobre los 100 grados Farenheit (38º C) y vestido con todo mi equipo rápidamente me deshidraté y me derrumbé mentalmente. Estaba frustrado conmigo mismo pero también emocionado de estar allí y de ver que el potencial era impresionante.
El 21 de junio Gary indicó que había un ligero viento del este-sureste, pero yo estaba decidido a sacar lo mejor del día a pesar de todo. Aquí está lo que ocurrió.
21 de junio
Tras el desastre de ayer, estaba extremadamente motivado. Nada purifica tanto el deseo como una buena dosis de dificultad. Hacia las 9:30 ya estaba en el campo de remolque, donde el cielo se veía absolutamente lleno de nubes de humedad. La previsión de la mañana de Gary había dado un viento relativamente suave del este-sureste en altura, pero con buen desarrollo de nubes temprano, y estaba claro que habían buenas nubes pero ellas se movían más lento que el día anterior. Muchos decidieron no volar debido al viento suave, pero a las 9:50 yo estaba enganchado a la cuerda del torno. Los pilotos de Flytec Aerotow (aerorremolque), Russ y Bo, habían salido a ayudar a David Prentice con el torno (él había regresado de su recogida de vuelo a las 4:30 de la mañana, lo que demuestra su nivel de compromiso con la causa común ya que estaba ahí afuera a las 9 de la mañana) y atendí a su consejo de esperarme un minuto para que una buena nube se instalara sobre nuestras cabezas, antes de remolcarme. El torno anduvo muy bien, Dave me subió hasta poco más de 330 metros sobre el suelo, de lejos la torneada más alta que había hecho ya que el campo es bastante corto. Inmediatamente me enganché a un suave pero sólido +0,5 m/s bajo la nube en formación y comenzó el juego. Eran las 10:00 am, nunca antes había podido estar en el aire con torno antes de las 11:00, pero este día parecía más prometedor.
Fui muy cuidadoso con la remontada una vez suelto del torno; a menudo en las mañanas sólo tienes una oportunidad. El viento aquí sopla lo suficientemente fuerte como para que en sólo un par de círculos ya te hayas alejado, por encima de lo que parece un interminable paisaje lleno de matorrales espinosos y con accesos muy limitados. Tres días antes aterricé a unos 13 km. del campo de remolque y al vehículo de recogida le llevó horas llegar hasta una distancia caminable de mí. Ese día caminé casi una milla y usé 1,5 litros de agua antes de arrastrarme a una semi-sombra bajo un arbusto, para esperar la tarde. La mayoría de las otras zonas en las que he volado tienen buenos caminos de acceso o temperaturas razonables. Aquí hay muchos caminos, pero la mayoría de ellos están tras rejas con candados, y el calor realmente no tiene nada que ver con nada que haya experimentado antes. Es muy arriesgado aterrizar por aquí; la patrulla fronteriza me contó que suelen encontrar cuerpos tirados por ahí regularmente. Aunque mi ascensión era lenta, estaba absolutamente decidido a mantenerme tranquilo en la base de la nube antes que sufrir en el suelo otra vez.
Por la radio podía oír que mi amigo Felipe Karam, de México, estaba en el aire, lo cual me pareció bueno, siempre da gusto tener contigo a alguien más en el aire aunque no estén muy cerca. Al menos así cuentas con alguien confiable que pueda coordinar el coche de recogida si aterrizas lejos. Mi corriente de aire era relativamente leve y tras una hora sólo había avanzado unos 32 km., pero todavía estaba en el aire. Vamos a ver, en mis otros dos vuelos largos aquí había aterrizado cerca de las 7:00 pm, sin poder encontrar más ascendencias. Eso me daba 9 horas o 290 km., algo terriblemente lejos de los 389 km. que necesitaba. Sin embargo, generalmente puedes volar más rápido a mediodía, así que calcula 48 km. por hora durante 4 horas y luego un poco más lento durante la tarde, y eso da quizás 370 km, y mi parapente está agitándose por todas partes… mejor concentrarme en volar.
3 pm, primera galleta: Récord improbable
Sin importar cómo lo calculara, un récord del mundo no parecía probable, pero pensé que la experiencia de volar por la mañana sería provechosa así que decidí quedarme en el aire y ver dónde estaría a la 1:00. También es común aterrizar cerca de las 12:00 ó 1:00, una hora que yo llamo “la hora embrujada” porque es como si la ascendencia de la mañana se acabara y la de la tarde aún no estuviera funcionando, y yo quería tener más experiencia en sobrevivir a ello.
Desde las 10 hasta las 11:30 volé de manera muy conservadora, girando cualquier resto de ascendencia y manteniéndome lo más alto posible para asegurarme seguir en el juego y salir del infierno de plantas espinosas. A las 11:30 el cielo comenzó a secarse de forma notoria, un signo seguro de que las térmicas se estaban distanciando mientras el calor del día elevaba las bases de las nubes. Enganché una sólida ascendencia de 4 m/s que me elevó en el azul hasta 2000 m, mucho más alto que la base “vieja” a 1000. Hice mi primer planeo largo hacia el noreste, con el objetivo de evitar el espacio aéreo controlado alrededor del aeropuerto de Laredo. Tal como había predicho Gary, el viento estaba soplando más desde el este que del sur, lo cual hacía difícil mantenerse fuera de México, del aeropuerto de Laredo y posiblemente de la base militar Del Río, a 322 km. del despegue. Cada vez que podía, hacía un planeo levemente hacia el este de manera de no dejarme ir hacia México o al espacio aéreo controlado.
A las 12:00 había sacado mi comida, consistente en dos bizcochos y disfruté inmensamente el primero con mis dosis normales de Red Bull y agua. Comer y beber durante el vuelo es esencial para mantenerse motivado; desafortunadamente, el segundo bizcocho se me cayó, lo cual me irritó un poco ya que todo lo que me quedaba en la bolsa de comida eran dos galletas de avena y crema, e iba a ser un día largo. Brevemente consideré la posibilidad de bajar barrenando tras mi bizcocho, pero éste se fue dibujando un buen planeo y se perdió en la distancia, probando que casi cualquier cosa vuela más rápido que un parapente. Había hecho unas 45 millas en las primeras dos horas, definitivamente NO era un paso de récord. Pensé otra vez en aterrizar pero cada vez que bajaba hasta unos 600 m sobre el suelo el calor era insoportable y Darryl, my compañero cámara y chófer, estaba mucho más atrás de mí, y yo no deseaba esperar miserablemente en el suelo –así que más me valía seguir volando.
Hacia la 1:00 llevaba 105 km. Si algo notaba era que el viento parecía disminuir en altura. Mis planeos viento en cola entre térmicas eran a sólo 51 k/h, en parte porque yo iba corrigiendo un poco la deriva para mantenerme fuera de México. Habíamos sido advertidos que la franja fronteriza al norte de Laredo y antes de Del Rio estaba llena de traficantes de drogas que podían dispararte apenas te vieran, pero el desarrollo era mejor sobre esta zona así que tomé mi riesgo y me fui por las nubes que cruzaban inmensas áreas sin caminos, hasta las 2:00 y 137 kms. Cuatro horas, 137 km.; eso da como 35 km. por hora, todavía insuficientemente rápido como para récord del mundo. Resolví hacer planeos más largos y subir sólo cuando encontrara algo de más de 2 m/s en mi vario. Normalmente, esta estrategia no funciona para vuelos de larga distancia. El juego consiste en mantenerse en el aire, girando hasta las ascendencias más ligeras y dejar que el viento trabaje para ti.
La base de la nube había subido hasta 2300 m, pero las térmicas realmente disminuían de intensidad hacia los 300 m bajo la base, lo cual parecía raro hasta que me di cuenta que el desarrollo de las nubes era definitivamente más pequeño y más separado que lo que había sido. No había grandes calles de nubes para volar bajo ellas, pero hice lo mejor que pude para obtener buenos planeos y simplemente moverme más rápido, dejando las ascendencias cuando notaba que disminuían su intensidad. Esta estrategia me mantuvo más bajo, pero el viento parecía mejor y pude navegar hasta a 56 k/h si usaba un poco de acelerador y dejaba los frenos libres lo más que podía.
Las 3 de la tarde me encontraron a 177 km. Una aritmética mental más compleja, apoyada por la primera galleta, me llevaron a creer que un récord era muy improbable; si necesitaba hacer 386 km., entonces aún me faltaban 209 km. en 4 horas volables, tal vez 5, si tenía suerte. Un promedio de velocidad de 35 km. por hora no iba a ayudarme, pero estaría más cerca si me metía en vientos más del sur al final del día e iba un poco más rápido durante las siguientes dos horas. Darryl me dijo que él estaría siguiéndome si tenía alguna oportunidad de lograr un récord, lo cual ayudó mucho a mi psiquis. Un chófer motivado es clave para mantenerse en el aire, un chófer pesado puede ser letal para el vuelo de distancia. Muy bien, hora de correr.
Hombre desesperado haciendo cosas desesperadas
Pensé que terminaría mordiendo el polvo, como siempre me pasa cuando apuro (cualquiera que haya estado en una competición conmigo seguramente habrá sobrevolado mi vela aterrizada), pero Darryl estaba relativamente cerca y habían suficientes caminos, así que ¿por qué no? 30 minutos más tarde, estaba a unos 120 m sobre el suelo habiendo perdido dos térmicas suaves a favor de planear más rápido. El calor era agobiante; encontré una térmica débil como a 100 m sobre el suelo y comencé a trabajarla. Prefería volar hasta que todo comenzara a enfriarse, alrededor de las 6, que aterrizar y sufrir esperando que Darryl me encontrara. Pronto, mi suave térmica se convirtió en una bomba, y felizmente arranqué hacia las frías temperaturas de los 2000 m, todavía bajo la base pero con altura suficiente para volver al pedal del acelerador y ponerme viento en cola. Continué volando agresivamente, a menudo planeando hasta unos 150 m del suelo a la vez que trabajaba un poco hacia el este para esquivar la base de la fuerza aérea Del Rio, a 322 km.
Las siguientes dos horas pasaron muy rápido. No podía creer que eran las 5:30 cuando miré mi reloj, había estado totalmente dedicado a sólo volar tan rápida y eficientemente como podía. Me sentía muy sintonizado con el aire, quizás el mejor sentimiento del vuelo para mí. Podía sentir las térmicas frente a mí y a mis costados, a través de la Boomerang, y fui capaz de dejar de pensar y solamente volar por instinto, totalmente inmerso en el juego.
El suelo se eleva rápidamente en la medida que te vas más al norte de Texas, y ahora estaba a unos 1000 msnm, y yo iba volando regularmente hasta a 300 m sobre él antes de enganchar violentas térmicas que me llevaban de regreso arriba, a unos 2000 m. La estrategia había funcionado; a las 6 pm estaba a unos 300 km. y totalmente a salvo lejos de la base aérea Del Rio, lo cual significaba que podía navegar más hacia el oeste con el viento este, ya que la frontera de Texas corta más hacia el oeste dentro de México. Si solamente pudiera estar en el aire hasta las 8:00 y cubrir 48 km. cada hora durante las dos siguientes, podría lograr el récord.
Texas Hill Country, la zona de colinas de Texas, comienza a unos 322 km. de Zapata y yo podía ver que el desarrollo de nubes era inexistente entre yo y los primeros cerros. Ausencia de nubes generalmente significa ausencia de térmicas buenas, pero yo tenía 2000 m así que me fui en la dirección del viento, navegando hacia las colinas y esperando que ocurriera lo mejor. Gary me había dicho que el viento a menudo aumenta bastante sobre la zona de cerros, y seguramente yo iba a 72 km/h viento en cola cuando el suelo se elevó para encontrarme. A unos 150 m del suelo comencé a preocuparme; el aire había estado muy quieto durante el planeo, una señal de que las térmicas se estaban apagando.
A 60 m sobre el suelo vi a unos 10 pájaros subiendo bien, a unos 300 m por delante de mí. Esto iba a estar difícil, pero podía sentir la térmica tirando de mi vela. Sabía que si tan sólo lograba quedarme en el aire hasta encontrarla, tendría una oportunidad para el récord. La situación se complicaba por unas líneas eléctricas detrás de la térmica en el sentido del viento; el viento era tan fuerte que probablemente me encontraría volando hacia atrás si no lograba subir en la térmica, pero entonces me di cuenta que probablemente no tenía altura suficiente para ponerme de frente al viento y aterrizar de alguna manera. Habían dos posibilidades: o enganchaba la térmica y escapaba hacia arriba, o aterrizaba viento en cola a una velocidad bastante más alta del límite de seguridad.
Los hombres desesperados hacen cosas desesperadas. Con los dientes apretados y los frenos agarrados firmemente, fui siguiendo una delgada línea de caída cero y sentí mi parapente llenarse de presión y agitarse fuerte en la térmica, como un tiburón. No esperé a que el tirón pasara para comenzar a girar, y los pájaros se espantaban mientras yo me hacía camino en medio de ellos, me alejaba de las líneas eléctricas y, 10 minutos después, estaba a 1800 m bajo un fresca nube recién formada. Todo mi cuerpo vibraba y las mandíbulas me dolían de tanto apretar los dientes, pero ahora sí tenía una oportunidad real de hacer el récord. Eran las 7:00 y estaba a 354 km. Me comuniqué por radio con Darryl y le dije que estaba de vuelta en el juego. Sus palabras fueron “¡Vete, vete!”. Seguí en mi nube hasta que se convirtió en una fuerte descendencia, y entonces me fui.
Habían más nubes en la dirección del viento así que me apresuré hacia ellas a velocidades de hasta 80 km/h, pero cayendo como una piedra. El terreno debajo de mí era abrupto, como si Dios hubiera sacudido el terreno como una alfombra. No sería un buen lugar para aterrizar en parapente. A 150 m sobre los escarpados cerros volé hacia Darryl y le di mi posición y distancia, luego volé hacia el primer cerro de 60 ms con una velocidad viento en cola de 72 kmph. Ahora eran las 7:30, lo más tarde del día que había volado nunca en Zapata, pero las nubes frente a mí obviamente estaban todavía formándose así que, posiblemente, algo podía funcionar.
Darryl me filmó hundiéndome tras la loma y más tarde dijo: “era como mirar uno de esos choques de aviones en la televisión, esperaba ver una bola de fuego y humo cuando desaparecieras tras el cerro”. Ahora, más bajo que el nivel de los cerros, comencé a insultarme a mí mismo por estar en tan estúpida posición -otra vez. No había un buen lugar para aterrizar, yendo hacia atrás. Los agudos montes seguramente provocarían violentos rotores con el viento, y la imagen de estrellarse a kilómetros de algún camino y seguramente sin cobertura radial o de teléfono, estaba en mi mente. Revisé el asa del reserva mientras me hundía, deseando que al menos tuviera altura suficiente para usarlo. Me sentía como si estuviera en mitad de un campo minado. ¡Mierda! Llegué bajo hasta otro cerro, hice ladera hasta subirlo y luego apunté mi parapente hacia el viento y me fui por encima avanzando marcha atrás a unos 15 km/h, con una razonable cantidad de freno para ayudar a mantener estable el parapente a través del rotor. Mierda. Tal como me esperaba, encontré un poco de ascendencia de ladera y me fui hacia la izquierda y hacia atrás, donde el sol pegaba de lleno en una amplia olla a sotavento.
Navegar hacia la derecha era quizás mejor para un aterrizaje ya que la hondonada era más abierta, pero yo ya estaba hundido ahí… De pronto, la vela se llenó de presión, el viento rugió como a menudo hace justo antes de darte, y el vario indicó una ascendencia de 3 m/s. Normalmente, a esto sigue una descendencia aún más fuerte en un rotor así que esperé durante uno o dos segundos esa caída antes que un pensamiento golpeara mi cabeza: ¡quizás era una térmica! Es decir, más bien un gran deseo. He sido engañado muchas veces en un rotor… un giro cerrado dentro del rotor suele ser una pésima idea, saca tu peso del centro de la vela pero sigues sintiendo el parapente lleno de presión y sólido. Así que en una de esas decisiones interminables e instantáneas, tiré un fuerte giro a la izquierda hacia dentro del sotavento. Algo muy bueno o muy malo estaba a punto de ocurrir.
A 300 m sobre los cerros me di cuenta que todo mi cuerpo estaba otra vez temblando descontroladamente por la adrenalina. Le dije por la radio a Darryl que había escapado pero que era la más aterradora experiencia que había tenido jamás en parapente. Una cosa es ser lanzado sobre un gran barranco con algo de altura, pero otra muy diferente es enfrentarse a un fuerte rotor con menos de 60 m sobre el suelo. A las 7:45 estaba en la base, a 370 km., flotando cerca de las tenues nubes frescas y con la sonrisa de oreja a oreja, como un hombre a quien le han quitado la soga del cuello apenas un momento antes de que se abriera la trampa del suelo. Giré perezosamente en la base, dejando que la fuerte corriente trabajara por mí y solamente disfrutando de la sensación de estar alto sobre un hermoso paisaje de atardecer; hay una línea muy fina entre el terror y la paz.
Llamé por radio a Darryl y le pedí que revisara en el GPS la hora exacta de la puesta de sol, en la posición donde estábamos; él me contestó que eran las 8:45 y luego agregó: “Hey, es el solsticio de verano ¡y el día más largo del año!”. Yo había estado en el aire durante casi 10 horas. Era difícil ver hacia el noroeste con la última luz de la tarde y yo deseaba aterrizar cerca de algún camino para que Darryl pudiera ser mi testigo de aterrizaje, pero con toda la confusión de quedarme bajo dos veces y luchar hasta salir, había perdido por completo el sentido de dónde me encontraba con respecto a los pocos caminos de la zona. Di vueltas hasta las 8:15 más o menos, cuando comencé el planeo final a 72 km/hra. A unos 300 m sobre el suelo vi un valle relativamente amplio con un buen camino, así que planeé hacia él y gire para encarar al viento y realizar un lento descenso marcha atrás a través de un rotor suave, hacia las sombras. Aterricé a las 8:38, siete minutos antes de la puesta de sol y 10 horas 38 minutos después de despegar.
Me tomó algunos años, pero al menos por ahora tengo otra vez el récord del mundo. Y mientras volar más lejos que nadie en un parapente es un agradable logro, también sé que he hecho el mejor vuelo de mi vida -¡Hasta ahora! Al final, eso es lo que cuenta. Semanas después, sigo soñando con volar hacia la puesta de sol sobre la zona de colinas de Texas; algunas noches escapo hacia la luz como un invencible halcón, en otras, me estrello dolorosamente en las tinieblas y despierto con la certeza de que aunque volé bien, también lancé los dados –y gané.
Will